menu Menú
11 razones para una venganza. Las de Teresa Calderón.
Publicado en Poesía 3 min lectura
Calamidad de Camila Fadda - un alcance al tacto de los cuerpos Anterior Comunicado Subsecretaría de las Culturas y las Artes - Chile: elimina restricción. Siguiente

Teresa Calderón nació en La Serena, Chile, en 1955. Poeta y narradora, ha recibido importantes premios literarios. Junto a su trabajo como docente universitaria, ha dictado talleres de creación literaria y escrito textos escolares. Su obra fue traducida a varios idiomas, entre ellos al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y sueco. El poema elegido pertenece a Género femenino (1989).

Celos que matan pero no tanto

1
Ya había visto sus ojos
en los tuyos
que no me miran
que se mueren
por verla.

2
Era un desliz definitivo.
Desde un bolsillo de secretos
un nombre de mujer
tu letra
un número
la prueba final
en la estructura mítica del héroe
-consultar Villegas, Juan-
desde el bolsillo
esa mujer ese cuerpo de tus delitos.

3
Mañana
marcaré ese número.
Repetiré la operación
hasta dar con la palomita.
Pienso decirle
menos cosas de las que pienso.
Pero a ti, te lo advierto
nos encontraremos
los
tres
y sean cuales fueren
los resultados
te lo prometo
habrás un muerto
en la familia
querido mío.

4
Como ves
o como no ves
estoy pendiente de ti.
Estoy colmado de ti.

5
He aguzado el olfato
para husmearla mejor
en tus camisas
en los jardines de tu pecho.
Si captaras la sutileza de mi oído
qué magnífico espectáculo
pegado a las puertas
como el náufrago
a su tabla
y todo el océano
para él solo.

6
Todos mis sentidos alerta
pueden reconocerte
a una distancia de metros
bajo una niebla de película
en pleno centro de Santiago
a las doce del día
en medio de la gente animal.
Todos mis sentidos alerta.
Dije todos
menos el sentido
del humor.

7
Cuídate de mí, maldito,
porque te amo.

8
Más vale que te cuides.
Tú sabes
una caída en la ducha
esas son caídas fatales
me entiendes
un remedio de más
o equivocado
te fijas
un accidente casero
cualquiera tiene en la vida
arreglabas un enchufe
y ¡oh, sorpresa, Fiat Lux!
me comprendes
o el cuchillo de cocina
guardado adentro de la cama
o el gas lento pero seguro
no olvidemos.
Por eso cuídate
mejor
que te encuentre confesado
oleado
sacramentado y todo
si te descubro
amadísimo héroe.

9
Te acaricio
te araño
con táctica felina
porque estás mintiéndome
porque te juro
lo sé todo
aunque no digas ni pío.

10
Tardaría la noche entera
enumerando
los espantos que te haría
si se confirmaran
mis
-según tu miserable opinión-
infundadas sospechas.
No tienes idea
la de horrores que soy capaz
mi vida
la infinidad de maleficios
que prepararía en la cocina
hasta dar con esa pócima
que te pusiera fuera de combate.

11
En esta guerra sangrienta
las matemáticas
están claramente de tu parte
yo soy una
y una no es ninguna.
Ante una ventaja así
no cabría más
que deponer esas armas
con las que no cuento
y saludarlos
con mis mejores deseos:
que sean tremendamente infelices
que se pudran.
Quiero que reciban periódicamente
a la cigüeña cargada de imbunches
que no falten al himeneo
las reinas de la muerte,
las parcas de infalibles tijeras
¡Oh, Mnémesis
diosa fantástica de la venganza!

Poetas Premio nacional Teresa Calderón


Anterior Siguiente

Share via