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Inconvenientemente
... innecesarios
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El Grupo Taller de Estocolmo: Anterior Juan Cameron Siguiente

¿Cuándo utilizar los adverbios terminados en –mente?,

Qué hace un adverbio
Un adverbio es como el punto de sal en una comida. Preguntar cuándo utilizar los adverbios terminados en –mente es como preguntar cuándo utilizar la sal o las especias.

Dices…

Esta comida está rica

y aportas una información clara y suficiente.

Ahora prueba a decir:

Esta comida está muy rica

Es como el puntito de sal o de pimienta. Ese muy adereza la comida que da gusto.

Prueba ahora a sustituir el muy por un adverbio terminado en mente:

Esta comida está especialmente rica

Ya, si lo acompañas con guiño de ojos o asintiendo con la cabeza, el repunte de sal…, digo, el impacto de tu expresión tiene un alcance espectacular. A quien te lee, se le hace la boca agua.

Es un ejemplo de cuándo utilizar los adverbios terminados en –mente.

Lo que pasa cuando abusas
Igual que cuando te pasas con la sal: no hay quien se coma lo rico porque lo rico… ha desaparecido. Y a fuerza de insistir te inmunizas ante sabores aberrados y acabas no reconociendo el sabor original. Vas necesitando enfatizar más y más, pero por el camino equivocado.

En lugar de perseguir el verbo adecuado —recuerda que los adverbios modifican el verbo—, te dedicas a poner guirnaldas en un texto que no las necesita. No te digo el efecto que causa en quien te lee: se le añusgan las tragaderas.

Gabriel García Márquez dice en Vivir para contarla:

La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en mente son un vicio empobrecedor. Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.

También se pronuncia en tono amenazante Stephen King, quien tiene la guerra declarada a los adverbios:

Creo que el camino al infierno está pavimentado con adverbios.

Aunque no se refiere de forma explícita a los que terminan en mente. Pero no vayas a enfadarte con los autores ni a hacerles vudú. A lo que apelan ambos es, simple y llanamente, a la concisión.

Porque cuando cuando abusas de los adverbios terminados en -mente, la lectura se vuelve irritante; además de que no aportas valor a tu texto.
Tienes sal, sí, pero no echas de más ni a cualquier plato; no es que puedes echarla y la echas porque tienes varios paquetes almacenados. Solo pones la necesaria y cuando es necesaria.

El abuso es un error típico de cocineros noveles…, digo, de escritores novatos.

Los adverbios terminados en –mente tienen una cadencia pegadiza
Como la canción del verano, que se mete sin permiso, la tarareas hasta la náusea y terminas aborreciéndola para toda la vida.

Antes de acabar a golpes, puedes tomar algunas medidas:

Úsalos con cautela.
Entrena el oído.
Busca que sean imprescindibles; cuestiónate si añaden algo fundamental.
Prioriza la metáfora, la comparación; la imagen cuya fuerza se basta y se sobra:
Esta comida está como las de mi madre

Esta comida es de restaurante de lujo

Esta comida es de un tres estrellas Michelín

Difícilmente se le hace una mirada extrañada —o desacostumbrada— a lo conocido. Prueba a tomar distancia con tu escrito y a utilizar otras fórmulas:

La tarde se ha cerrado y el aire huele intensamente a lavanda y a romero

Alternativa: La tarde se ha cerrado y el aire se impregna de perfumes: sonata de lavanda y romero

En fin, a gusto del consumidor y en función del contexto.

Cuándo utilizar los adverbios terminados en –mente
Cuando aportan información:
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente, te encontrarás a ti mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.

Pablo Neruda.

Si al sujeto le sigue inmediatamente un inciso:
Revisa, corrige, pásalo por una mirada ajena cualificada. Haz lo que tengas que hacer para que tu texto, finalmente, diga lo que quiere decir.

Para hacer valor de ellos. En el párrafo que sigue, uno de estos proscritos juega un inesperado papel protagonista. Y causa un gran efecto:
Muy probablemente le disguste la diferencia entre el mundo ficticio de las novelas y las miserias cotidianas, entre el aburrimiento y la lentitud de su profesión en la vida real. Probablemente esté desilusionado, y en el fondo alberga un espíritu aventurero. Por lo demás, se parece a Robert de Niro y, para agregar otro ‘probablemente’ a la lista, probablemente lo sabe y no hace nada por esconderlo.

Cómo utilizar los adverbios terminados en -mente¡Oh, no! Otro adverbio terminado en -mente. Cómo podría yo, sin que se ofenda…
En fin, puedes pasar olímpicamente de todo lo que te digo; decir ‘mismamente’, ‘mayormente’, ‘lentamente’, ‘rápidamente’, ‘generalmente’, ‘frecuentemente’, ‘divinamente’ y contabilizar las defunciones de tus socorridos lectores por culpa…Share on X
Y de ahí, sacar tus propias conclusiones.

A mí solo me queda echarle humor y… paciencia.

Propina 1
El escritor que no sabe cuándo utilizar los adverbios terminados en –mente —y cuya demasía lo delata— evidencia un temor: el de no saber expresarse con claridad y concisión, el de carecer de recursos.

Una recomendación, si es tu caso: pon en cuarentena ese que acabas de utilizar. ¿Qué pasa si lo eliminas? ¿Puedes expresarlo con un grupo de palabras que ofrezca una imagen atractiva?

Hazlo. Si no se te ocurre nada, abre un libro y deja que te inspire. No permitas que te gane la pereza.

Propina 2
Otra perla que abomina de los excelentemente:

Los adverbios (terminados en -mente) son como el diente de león. Uno en el césped tiene gracia, queda bonito, pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta… y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped «completamente», «avasalladoramente» cubierto de diente de león. Entonces los veréis como lo que son: malas hierbas, pero entonces, ¡ay!, entonces será demasiado tarde.

Stephen King, en Mientras escribo.


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